SOMOS LOS más ignorantes

No sabemos ni resolver problemas más o menos sencillos de matemáticas. Apenas si entendemos El Quijote y los prospectos que vienen en las medicinas que compramos nos suenan a chino. Así quedamos reflejados los españoles en los informes que la OCDE ha elaborado en la franja de edad entre los 15 y los 65 años.

Un informe que da alas para justificar una reforma de Educación recién aprobada y que lleva el apellido del ministro Wert. Una ley que no gusta a nadie salvo quizá a los colegios concertados, la mayoría de ellos controlados por una Iglesia que ha ganado poder con este ministro. La ley Wert premia la segregación; anula al estudiante que tropiece en algún curso con esas piedras que les pone su edad y sus hormonas y se le relega a una formación básica. A mí me suena a lograr una mano de obra barata y sin formación para que no pueda quejarse. La ley Wert, y he mostrado mi opinión en varias ocasiones aunque no a todos les guste, es un retroceso a la escuela de hace más de medio siglo.

Los informes de la OCDE no pueden servir de argumento para aseverar que las anteriores leyes eran malas, muy malas, de ahí nuestro analfabetismo y por eso llega ahora la salvación con Wert. La nueva norma es segregacionista, elitista y doctrinaria. Sí, doctrinaria, porque que alguien me explique cómo en un país aconfesional se impone en el aula una religión que cuenta en la media de calificación. ¿Y hablaban de adoctrinamiento con Educación para la Ciudadanía? Dos años ha estudiado mi hija esta asignatura y cuando le preguntaba la lección para los exámenes me hablaba de derechos ciudadanos, de organización del Estado, de la Constitución...

Para Wert igual eso sí es adoctrinar a una sociedad que quiere sacudirse el rancio olor a clero, a disciplina férrea, a totalitarismo, falta de derechos y a represión casi monjil que ha presidido durante muchos años una educación en España y que ahora él parece querer imponer de nuevo. Pero a eso no lo llama adoctrinamiento. Es calidad educativa y mientras nos suprimen de las asignaturas curriculares obligatorias el latín o la cultura clásica, raíces de nuestro idioma y de nuestra historia como pueblo. A muchos de los que hoy la OCDE les llama analfabetos su escolarización no fue más allá de los 10 años. Había que trabajar. La cultura estaba destinada a los que tenían dinero.

Con esta ley, las tasas universitarias y el nuevo sistema de becas, cuando nuestros hijos tengan 65 años, también les llamarán analfabetos. Entonces nos daremos cuenta de que la ley Wert también era mala. Busquemos la raíz del problema que no es otro que la ausencia de un gran pacto de Estado en la verdadera riqueza de nuestra sociedad y futuro: la Educación.