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lunes, 28 de octubre de 2013

Inteligencia: claves para desarrollarla en el aula y en el trabajo

Muchas veces asociamos que una persona sea inteligente o no por las calificaciones obtenidas en las asignaturas. Un chico/a saca un 10 en el examen de matemáticas y automáticamente se oye decir… “¡¡qué inteligente que es!!”
Entre las diferentes definiciones que a lo largo de la historia se han ido desarrollando, la más extendida es “LA TEORÍA DE LAS INTELIGENCIAS MÚLTIPLES DE HOWARD GARDNER O LA INTELIGENCIA EMOCIONAL”.
Sin importar cuál es la más extendida, todas ellas reflejan que la persona es mucho más que los conocimientos académicos. Una persona puede tener (ya sea por no haber tenido oportunidades, o no haber dedicado esfuerzo) pocos conocimientos, pero sin embargo tener grandes habilidades, competencias y capacidades que son, muchas veces, más importantes para la vida y el desarrollo personal y profesional.
La etapa más importante para desarrollar dichas capacidades es durante la infancia y adolescencia, sin dejar de ser importante potenciarlas en la edad adulta.
La inteligencia puede definirse de varias formas. Algunas de sus definiciones más habituales y que figuran en la Real Academia Española de la Lengua son la capacidad de entender o comprender; la capacidad para resolver problemas; el conocimiento, la compresión o el acto de entender o bien la habilidad, destreza y experiencia, entre otras posibles definiciones.
Dentro de estas definiciones, por ejemplo, se halla la realizada por la American Psychological Association que destaca que las personas se diferencian entre sí por la habilidad de comprender ideas complejas, de adaptarse al entorno de forma eficaz y de aprender de la experiencia, así como por razonar y por superar obstáculos a través de la reflexión. Esta definición refleja lo anteriormente indicado: “la persona es mucho más que sus conocimientos”.
En el año 1994 la Mainstream Science on Intelligence la definía como una capacidad mental que implica diversas habilidades como razonar, resolver problemas, pensar de manera abstracta, comprender ideas complejas y de aprender de forma rápida y de la experiencia.
Además, en el siglo XX han aparecido otras teorías muy vinculadas al campo de la Psicología. Por ejemplo, la Teoría Triárquica de la Inteligencia, desarrollada por Robet J. Sternberg, psicólogo de la Universidad de Yale, habló de tres categorías: inteligencia componencial-analítica (habilidad de planificar, ejecutar y lograr el conocimiento), inteligencia experiencial-creativa (la habilidad basada en la experiencia para tratar la novedad y automatizar procesos) y la inteligencia contextual-práctica (asociada a la conducta adaptativa al mundo real). De ese mismo siglo es la Teoría de la Inteligencia Emocional, de Daniel Goleman, que la define como la capacidad de reconocer sentimientos propios y ajenos y la habilidad de saberlos manejar.
Después de estas teorías, podemos decir que la más extendida y la que ha alcanzado un mayor peso es la teoría desarrollada por Howard Gardner, cuyo tema principal son las inteligencias múltiples, explicando que cada persona tiene al menos nueve formas de inteligencia que se presentan con diferentes niveles de desarrollo al nacer. Asi, nos indica también que es completamente insuficiente que una persona tenga muchos conocimientos de lengua o matemáticas para desenvolverse en la vida, ya que esto no indica que disponga de las habilidades necesarias, que no están en los libros: aprender a relacionarse, sentir motivación por algo, etc.
Bajo este prisma, Gardner establece su clasificación en:
-Inteligencia lingüística: capacidad de usar el lenguaje para expresarse ya sea oral como escrito o bien para aprender idiomas.
-Inteligencia lógica-matemática: capacidad de analizar problemas de forma lógica y de realizar operaciones matemáticas, aparte de investigar temas científicamente.
-Inteligencia musical: capacidad de tocar, componer y apreciar piezas musicales, así como de reconocer tonos y ritmos.
-Inteligencia espacial: capacidad de presentar ideas visualmente, crear imágenes mentales, dibujar y confeccionar bocetos o visualizar con precisión.
-Inteligencia corporal-cinética: capacidad para realizar actividades que requieren fuerza, flexibilidad, coordinación y equilibrio o de hacer trabajos manuales o expresión corporal.
-Inteligencia interpersonal: capacidad de entender las intenciones, motivaciones y deseos de otras personas, facilitando la relación con los demás efectivamente.
-Inteligencia intrapersonal: capacidad de entenderse a uno mismo y apreciar las motivaciones, miedos o sentimientos.
-inteligencia naturalista: capacidad de observar, identificar y clasificar a los miembros de un grupo o especie.
-Inteligencia existencial: capacidad basada en la experiencia vivida para afrontar tareas novedosas, combinar experiencias y formular nuevas ideas.
Howard Gardner explicó a aprendemas.com que estas inteligencias múltiples no son innatas e inamovibles, pudiéndose desarrollar en la educación, incluso posteriormente al desarrollo en las aulas.
De hecho, Gardner constata que “las inteligencias se pueden mejorar si una persona está motivada para mejorarlas. Hay recursos disponibles, tanto tecnológicos, humanos, modelos financieros… si la persona quiere seguir practicando el uso de la inteligencia”.
El desarrollo de la inteligencia en el aula
El ámbito educativo es fundamental para el desarrollo del niño y de su inteligencia. Hay que tener en cuenta que “cada niño es diferente, cada uno tiene un potencial único y cada uno tiene talento. A medida que evolucionamos en el sistema educativo debemos asegurarnos de que desarrollamos cada faceta de nuestra inteligencia igualmente para que cada uno se de cuenta de su potencial”, afirma el experto en educación Richard Gerver.
Las inteligencias múltiples de las que hemos hablado en párrafos anteiores, desarrolladas por Gardner, pueden desarrollarse en el aula. Esto hace que se respete las potencialidades de cada niño, viéndose desde un punto de vista más amplio, no sólo desde la física o las matemáticas, señala Nieves Gomis, profesora en la Universidad de Alicante.
Que trabajemos las inteligencias múltiples hace que esos niños puedan ser más felices en su edad adulta ya que se relativiza todo mucho más y cuando uno es competente, al final se consigue ver la realidad desde otro punto de vista y se tiene un mayor desarrollo a nivel personal, indica Esteban Vázquez, doctor en Ciencias de la Educación.
Richar Gerver señala: debemos nutrir y desarrollar todos los aspectos de nuestra inteligencia para crear a gente tridimensional que no sólo sobreviva sino que prospere en lo que es un nuevo paradigma o reto. Nuestra responsabilidad moral como educadores es preparar a nuestros niños para los desafíos del futuro. Y para ello hay que asegurarse de que tienen las mejores posibilidades y de educar al niño en su totalidad”.
Esteban Vázquez, de acuerdo con estas ideas, resalta la conveniencia de “trabajar para desarrollarlas desde la escuela con las competencias básicas. Se debería trabajar más por competencias y no tanto por contenido, trabajar de forma práctica y no tanto teórica porque si no la persona no se hace inteligente”. Y es que es preciso también abandonar patrones básicos en educación como que “alguien no vale para el dibujo, la educación física… porque ninguna inteligencia se trabaja sola y estos patrones previos desmotivan por lo que deberían olvidarse. Si una persona hace algo regular, hay que buscar la forma de hacerlo mejor y no estigmatizarla porque, al final, coge miedo en esa capacidad y luego ya no la desarrolla”.
No obstante, pese a las ventajas, en España la teoría de Gardner no está muy implantada en las aulas y tan sólo se pueden encontrar algunas experiencias en colegios privados o privados-concertados (raramente en los centros públicos), en los que se desarrollan programas como, por ejemplo, el Spectrum para infantil y programas para considerar la inteligencia desde sus múltiples facetas.
Es muy importante, nos indica Gomis, la “formación y coordinación con las familias para trabajar de forma conjunta y ver al niño desde una manera más global, más amplia y diseñar propuestas para trabajar conjuntamente. Los padres necesitan información y formación para integrar toda la filosofía y para que puedan abrir la mirada sobre sus hijos”. Un punto positivo en relación a las familias es que los padres que conocen esta filosofía suelen estar a favor de que se implante en las aulas, tal y como sucedió con el programa Spectrum, porque “los padres quieren buena formación para sus hijos”.
Entonces nos preguntamos: ¿cómo se pueden desarrollar las inteligencias múltiples? A través de actividades como: juegos de palabras, lecturas en voz alta o jugar a ser reporteros en el caso de la inteligencia lingüística, hacer demostraciones científicas o jugar a juegos de lógica como el ajedrez en la inteligencia lógica y matemática. Para la inteligencia espacial está indicado hacer dibujos en 3D o pintura artística, mientras que para la inteligencia kinestésica son interesantes el teatro, las artes marciales o la danza, y para la inteligencia musical se puede extraer la letra de una canción que guste o inventar la letra y música de una canción. En el caso de la inteligencia interpersonal se puede optar por actividades como trabajos en grupo o juegos en parejas y, para la inteligencia intrapersonal, algunas alternativas contemplan las actividades de relajación o ejercicios de motivación y proyección personal y profesional.
Algunos centros, en vez de practicas las inteligencias múltiples, realizan un desarrollo de la inteligencia emocional, así se ha constatado “una disminución en los problemas de comportamiento, conflictos, agresividad, violencia, ansiedad y estrés”, añade Bisquerra.
La inteligencia en el trabajo
Las personas que no se han formado con programas educacionales desde el inicio pueden desarrollarlas de adulto y aplicarlas en el ámbito laboral. Según explica Esteban Vázquez, dentro de este campo se desarrollan diferentes actividades como, por ejemplo, “cursos de lenguaje no verbal, de comunicación para directivos… y para fomentar la formación continua en la empresa en competencias que son estratégicas de la compañía”.
No obstante, al igual que sucede en la escuela, “en el ámbito laboral no hay suficientes estudios ni aplicaciones para desarrollar las inteligencias múltiples en la empresa y hay que ver qué actividades son más interesantes para el desarrollo de competencias en las compañías que, además, son más selectivas en las competencias de los trabajadores que el sistema educativo”, nos indica Esteban Vázquez.
Al igual que en la educación en el colegio, es importante contemplar la educación emocional en el trabajo. Y es que entre sus ventajas para la incorporación al mundo laboral figuran laautogestión emocional en el momento de superar las pruebas de selección de personal”, puesto que se ayuda a prevenir la ansiedad y estrés, así como una “mayor competencia social en el momento de superar una entrevista de selección de personal, mayor tolerancia a la frustración en el caso de no ser seleccionado y que comporta no perder el entusiasmo para continuar intentándolo, resiliencia ante la adversidad, creatividad en el momento de dar respuestas inmediatas…. Todo esto se ha demostrado que aumenta las probabilidades de conseguir un empleo, ya que en igualdad de condiciones, las empresas prefieren a las personas que manifiesten un claro dominio de estas competencias”, apunta Rafael Bisquerra.
Se debe tener presente un dato importante: “hay que desechar la falsa idea de que esto es fácil de conseguir. Las competencias emocionales son de las más difíciles de desarrollar”, afirma Rafael Bizquerra, quien explica que precisamente por la dificultad de este desarrollo se han creado programas específicos como el ‘Postgrado en Inteligencia Emocional en las Organizaciones’ de la Universidad de Barcelona, “con la intención de formar especialistas que puedan contribuir a introducir dinámicas y procesos de inteligencia emocional en la empresa”.

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